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Maya Deren –Eleanora Derenkowskaia– (Kiev 1917 - Nueva York 1961) fue escritora de prosa, poesía y ensayos políticos, militante trotskista y apasionada de la danza y la fotografía, pero, ante todo, una cineasta que tuvo un modo particular y diferente de entender el medio cinematográfico. Deren se destaca por realizar sus películas siendo ella participe como actríz, así como amigas y amigos, personas de la danza de su entorno, así como Alexander Hammid, quien actúa y  dirige junto a ella “Meshes of the afternoon”. Es por esto que además de una gran obra, la consideramos un retrato superlativo con un alto grado artístico.
 


En Meshes of the afternoon, la autora desarrolla su poética en el extrañamiento de las continuidades, en la ruptura del espacio-tiempo fílmico. Deren compone una obra en la que se vale de la fragmentación de objetos, partes del cuerpo, de espacios y de trucos al estilo de Melies, como hacer aparecer o desaparecer objetos por corte como búsqueda de sentido. Va a producir su mundo onírico a través de inesperadas interacciones entre los objetos, como cuando transforma los objetos por corte de ser llaves a ser cuchillos. De la misma forma también nos interesan las rupturas que produce entre los objetos y el contexto. Sus movimientos de cámara, fundamentalmente paneos, permiten al espectador descubrir la escena como en una coreografía de la mirada. El mundo onírico impregna la poética desplegada en la puesta en escena, que se construye principalmente en poner en el cuerpo de Deren distintas imágenes punzantes que invitan a pensar prácticas como el suicidio, el espacio doméstico y los deseos sexuales. Esto último nos interesa como punto de vista para trabajar el retrato de Laila, buscando ir y venir de su mundo afectivo a lo imaginario, a los espacios entre la vida y la muerte. De la misma forma nos interesa su trabajo fotográfico en relación a cómo se vale de encuadres precisos, su uso de los claroscuros, las luces y las sombras como elemento lumínico y narrativo del estado emocional del personaje en relación al espacio.

Deren en su “Declaración de principios” plantea una forma de encarar la representación que nos interesa: “la verdad sólo puede manifestarse mediante la poesía”. Su interés principal radicaba en crear mitos, meditar abandonando el pragmatismo sobre la naturaleza de las cosas. 

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Técnicamente la fotografía está realizada con una cámara analógica de 35mm (Pentax según leímos) y un lente angular. La luz principal es un flash ubicado sobre la cámara, que es el que genera esa especie de viñeta en los bordes de la imagen, y una luz cálida de contra, a 135º aproximadamente, que es la propia del baño en donde se produce la fotografía. La cámara está levemente por debajo del rostro, más o menos en el esternón, por lo cual podríamos decir que es una altura normal. La angulación por su parte es levemente contrapicada. Hay un sujeto de frente, que consideramos el retratadx y otro sujeto de espaldas; que aporta sin lugar a dudas a la fotografía pero que no sería la persona que resalta en este caso.
 


Para pensar en lo que el retrato genera creemos que es necesario ubicarlo en su contexto para comprender con qué/quiénes está dialogando la obra. Esto sería a finales de los 70s y principios de los 80s en Estados Unidos; años en los que el movimiento contracultural de la época, a diferencia de los 60s década en la cual se podría decir que invadieron el espacio público, tuvo que esparcirse en diferentes espacios privados debido a un renovado conservadurismo socioeconómico y cultural. Sin embargo eso no pudo evitar que aquellos preceptos que tomaron las calles en décadas anteriores hicieran eco en esta generación. La libertad y diversidad sexual, nuevas prácticas relacionadas con los propios cuerpos y la experimentación con diversas sustancias continuaron siendo exploradas por la juventud de la época.

 


Nan Goldin habitaba esos mundos, esas realidades, esos nuevos espacios que se fueron generando para escapar, quizás, del acartonamiento que la sociedad norteamericana en sus comienzos neoliberales planteaba como modelo a seguir. Con su flash frontal dió luz a aquello que no se podía/quería ver, por eso se la puede pensar como LA fotógrafa de la intimidad. Eso se nota por la cercanía y la complicidad que generaba con lxs personajes que retrataba, no binarixs, no encasilladxs, no acartonadxs, amigxs.

 


El resto está en los ojos de la persona retratadx, en como toca con confianza a su compañerx, en aquel no lugar del que terminaban apropiándose y en todo aquello que no podemos describir con palabras.

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